Anexo: Asamblea Ambiental en Buenos Aires

Ante la convocatoria de la Asamblea Metropolitana Ambiental, el Area socio-ambiental del Movimiento de Documentalistas saluda la iniciativa, estará presente y envía para conocimiento de los participantes los siguientes enunciados :

En primer lugar, la cuestión ambiental no puede encararse sino en su estrecha e indisoluble relación con los actores sociales involucrados. En este sentido, para nosotros no se puede hablar de una cuestión puramente ambiental desgajada de quienes provocan y padecen las consecuencias de las agresiones al medio natural. Los grupos y sectores sociales, y en muchos casos la sociedad toda, son las víctimas principales de los crimenes ambientales. Por esta razón, creemos que no puede haber una cuestión ambiental, sino socio-ambiental.

En segundo lugar, la cuestión socio-ambiental está -en la inmensa mayoría de los casos- íntimamente ligada a la explotación de los recursos naturales y energéticos. Ambos aspectos son interdependientes y tienen un común denominador: las multinacionales que se llevan la fertilidad de los suelos con el monocultivo de soja o de eucaliptus para la celulosa, los bosques de Misiones y las Yungas, el agua del acuífero guaraní y los esteros del Iberá, los minerales de Esquel y Catamarca, el petróleo, la riqueza ictícola...

El capital multinacional –como todo capital– tiene un solo interés: la ganancia. Además de apropiarse de nuestros recursos naturales y energéticos, producen contaminación y desastres ambientales.

Estas consecuencias son variables positivas de su tasa de beneficio porque destinan menos capital fijo en relación con el que sería necesario para instalar procesos no contaminantes. Además, su cálculo de la tasa de beneficio no contempla en absoluto las pérdidas económicas locales por la destrucción del medio ambiente y las enfermedades y padecimientos de los grupos sociales involucrados porque son realizadas en lo que para ellos son territorios de ultramar, como era el caso de cualquier colonia del siglo diecinueve.

En el mismo sentido, y en función de las ganancias que esperan de su inversión, a las multinacionales tampoco les interesa respetar las condiciones de trabajo y la salud presente y futura de sus trabajadores, así como el medio social en que estos trabajadores seguirán viviendo cuando agoten los recursos naturales o energéticos y se vayan a "invertir" en otra parte.

Y el estado nacional ¿qué?

Estas multinacionales pueden acceder a la explotación y agotamiento de los recursos naturales y energéticos y provocar daños socio-ambientales comparables a un genocidio por dos vías fundamentales: por la entrega de las empresas estatales nacionales y los contratos de explotación a la medida de las privatizadas, como en Argentina, o por la concesión de espacios territoriales convertidos en verdaderos enclaves coloniales con el nombre de zonas francas como el caso de Fray Bentos en el Uruguay.

A partir de esta constatación, habría dos maneras de interpretar el rol del estado nacional en esta situación:

1. Como un estado debilitado y ausente, producto de las políticas neoliberales desde el `75 a la fecha, y que por esa rqzón entonces no puede hacer frente al embate de los intereses de las multinacionales.

2. Como un estado que genera políticas de sometimiento a estos intereses ocultando a la población acuerdos y convenios realizados a sus espaldas.

Sin embargo, una combinación de ambas interpretaciones no sería descabellada: un estado debilitado y dependiente cuya burocracia política para sobrevivir encaramada al poder pacta con las multinacionales poniéndose a su servicio, mientras oculta su verdadero rostro con gestos caricaturescos y sobreactuados. Sólo basta echarle una ojeada al escenario montado en el corsódromo de Gualeguaychú el 5 de Mayo de 2006 por los muertos vivos de la dirigencia política "nacional".

En cualquier caso, la única posibilidad de supervivencia de la sociedad frente a las agresiones sociales y ambientales de las multinacionale es -a ojos vista- ignorar al estado como representante de sus intereses y autoconvocarse, autoorganizarse democráticamente y movilizarse independientemente de cualquier expectativa por fuera de su propia movilización. El caso de Esquel y luego de Gualeguaychú así lo demuestran. Queda por verse si estas experiencias autoconvocadas y autoorganizadas pueden darse una política de alcance nacional que trascienda los límites de su especifico problema socio ambiental y los límites de su propio conflicto local o regional.

En definitiva, de acuerdo con las experiencias en curso, la única alternativa visible a la neocolonizacion del capital multinacional por encima o en convivencia con el estado nacional ausente o cómplice, expoliando nuestros recursos y destruyendo nuestro ambiente, sólo puede pasar por las manos de una sociedad construyendo nuevas herramientas de autogobierno, autónomo y democrático.

Con estas herramientas no sólo podremos resistir y derrotar, como en Esquel, a las multinacionales y sus socios políticos, sino que tal vez podamos aspirar constituir nuevas relaciones sociales, solidarias, igualitarias y movilizadoras. Herramientas y relaciones que si se consolidan serán sin duda capaces de generar una nueva vida en un nuevo país.

Miguel Mirra y Claudio Zucchino
Area socio-ambiental del Movimiento de Documentalistas
Buenos Aires, 29 de Mayo de 2006












































































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