Frente a la "asamblea" ad-hoc

Declaración del Movimiento de Documentalistas frente a la “asamblea” de Adoc (Asociación de Documentalistas).

En las últimas semanas un grupo de documentalistas se ha estado reuniendo para conformar una asociación que los agrupe. Dichas reuniones fueron convocadas inicialmente por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales para “iniciar un diálogo tendiente a reconocer el género documental como específico y adecuar la legislación vigente a las particularidades propias del género” según consta en el documento presentado ante el INCAA por el grupo de documentalistas que asistió a las reuniones. Luego de entregar ese documento, continuaron reuniéndose para constituir la citada asociación. Para ello, la “junta promotora” llama a una asamblea para el día 21 de Diciembre.

Nosotros nos preguntamos ¿Cual es la razón para que las reuniones de los documentalistas para su organización se realicen en dependencias del INCAA? Este instituto del estado se ha convertido en administración de los intereses de los grandes distribuidoras norteamericanas, alguien puede dudarlo; casi una gerencia regional. Por ingenuidad, por comodidad, por oportunismo... Pero si un intento de organización verdaderamente independiente de los documentalistas no genera su propio espacio de reunión, entonces permítannos dudar... Parece pequeña la cuestión, pero no lo es. Si un grupo de documentalistas, que se supone ligado a la gente y a las organizaciones populares no es capaz de buscar y encontrar un ámbito independiente de reunión, o se ha pactado de hecho con el estado (ese que condena al hambre y la exclusión a la mayor parte del pueblo argentino), o se tiene una inconsistencia política e ideológica que nos lleva a dudar seriamente de sus postulados, o se esta llevando a los documentalistas a prestarle a una coartada y una pantalla a los funcionarios aliancistas de turno.

Sin embargo, esta no la única ambigüedad. Entre los puntos más importantes de los objetivos propuestos para el estatuto de la Asociación dice “Difundir y sostener una política cultural en donde la existencia de un cine documental sea una importante razón de estado, en la política cultural de nuestro país, por motivos políticos, culturales e históricos....” ¿Cual estado? Nos preguntamos. Porque si no se define eso, o es una enunciación vacía de contenido, o una generación de falsas expectativas con respecto a un Estado que responde estructuralmente a su función de Estado colonial, o es un engaño manifiesto para enmascarar su verdadero rol y repartirse entre unos pocos las migajas que les arrojan los funcionarios para enmascarar su verdadero rostro.
Dicho artículo de los “estatutos” cita luego diferentes ejemplos de esas políticas “como lo es en países como Reino de los Países Bajos, Francia, Alemania, España, Bélgica, Canadá, Cuba, etc”
Por supuesto, decimos nosotros. Al partir de una concepción vacía de contenido con respecto al Estado, se puede echar mano a cualquier ejemplo. Pero esos ejemplos no nos sirven, porque salvo Cuba, todos los demás Estados mencionados son imperialistas. Ellos pueden generar sus propias políticas culturales como razón de estado porque lo hacen con recursos generados sobre el hambre, la desocupación y la marginación de millones de oprimidos y explotados en los países del mundo entero, y también en el nuestro. Y no vamos a abundar más, porque a partir de esta base tan endeble, todo lo demás se derrumba.
Por último, ¿Cuántos realizadores participaron directamente de la elaboración de los estatutos? ¿Por qué se cambió imprevistamente el horario de la reunión del lunes 25 para conformar “la junta promotora” razón por la que muchos realizadores no pudieron concurrir? ¿Se hicieron todos los esfuerzos para que los realizadores del interior (que representan el cincuenta por ciento del total) puedan participar masivamente de la asamblea, o al menos a través de sus propios delegados? Estas preguntas no parecen tener relación con lo anterior pero mientras esperamos las respuestas sería bueno recordar que "toda organización de los oprimidos que surge al amparo del estado colonial, se burocratiza de manera irreversible y termina por traicionar sus fines".
Por estas razones, y si en verdad de una Asociación que defienda los intereses de los documentalistas, la Mesa de Metodología y Políticas del Movimiento de Documentalistas, llama a la Junta Promotora a poner en debate en primer término estas cuestiones de fondo y llama a los realizadores a asistir a la asamblea, siempre y cuando se pongan en primer lugar en el orden del día los siguientes puntos:

1- Declaración de independencia absoluta del Estado.
2- Denuncia del rol colonial actual del INCAA y sus funcionarios
3- No reconocimiento de su autoridad como mediadores ante el Estado, por que ellos son el Estado.
4- El organismo central de la actividad cinematográfica debe ser dirigido no por funcionarios, sino por los realizadores y demás trabajadores del cine.
5- Por una asamblea verdaderamente democrática con delegados de todas las provincias elegidos en asamblea locales.

Miguel Mirra
Mesa de Metodología y Políticas, Buenos Aires, 6 de Diciembre de 2001

A los compañeros documentalistas

Declaración del Movimiento de Documentalistas

Frente a la reunión convocada para el próximo 11 de Diciembre de 2001 con un funcionario del gobierno en el INCAA, nosotros planteamos:

Primero: Como movimiento no nos sentamos, al mejor estilo de la burocracia, a “negociar” con los funcionarios de un gobierno que el pueblo argentino repudia y contra el cuál para y se moviliza en las calles.

Segundo: No aceptamos “negociar” desde la más evidente sumisión a la funesta política del gobierno en la cultura. No estamos dispuestos a “negociar” sobre la base de un temario donde uno de los puntos consta en ¡¡abrir una oficina!! Los que van a decidir las políticas que saldrán de esa oficina no serán los documentalistas sino algunos funcionarios designados por el gobierno más hambreador, entreguista e hipócrita de la historia. Y esos funcionarios no van a servir a los intereses de los trabajadores de la cultura y del documental. Nada de oficinas a la medida de los funcionarios y los burócratas.

Tercero: Nos llaman a aceptar como una concesión lo que es una trampa. No aceptamos discutir con los funcionarios la realización de “concursos” de documentales convocados por el INCAA. Ni aceptamos como una conquista el hecho que tengamos que competir entre nosotros en vez de colaborar. Menos aún competir entre nosotros con los funcionarios de este gobierno como garantes, con sus reglas y con sus condiciones. Nada de concursos. Una comisión elegida democráticamente por los documentalistas debe evaluar los proyectos y decidir la proporción de asignación de recursos para todos de acuerdo a cada proyecto. Sí. Para todos. ¿No hay plata? ¡Vamos! Que pongan un impuesto a las películas norteamericanas que ahogan nuestra industria, por ejemplo. No a los concursos. Nada de competir.

Cuarto: No aceptamos sentarnos a discutir la flexibilización de la preclasificación como si eso fuera una conquista. No aceptamos de hecho y sin cuestionamientos la existencia misma de ese mecanismo discriminatorio y autoritario: lo rechazamos de plano. No aceptamos que un tecnócrata contador, un ave negra leguleyo, un funcionario de escritorio nos califique. No vamos a concederles graciosamente el derecho de ponerse encima nuestro. Nada de precalificación. Nada de discriminación. Fomento para todos.

Sabemos que muchos documentalistas creerán que nuestro lenguaje es demasiado duro, pero no es duro, es firme. Y esa firmeza no viene del ofuscamiento, sino de la profundización en una línea de acción basada en análisis y caracterizaciones fundamentadas. Además, más duros son los golpes que este gobierno nos está dando, con la ayuda de sus funcionarios y sus burócratas de turno.

Conclusión: No estamos dispuestos a negociar con funcionarios de un gobierno cuya legitimidad es insostenible. Más bien habría que enjuiciarlos. La única competencia que nos importa es la que nos compete:

Democratización de la producción cultural
Socialización de los medios y modos de producción audiovisual

Miguel Mirra
Mesa de Metodología y Política del Movimiento de Documentalistas,
Diciembre de 2001

El 27 de Mayo de 2004

Declaración del Movimiento de Documentalistas

EN EL DIA DEL DOCUMENTALISTA

Como quería Rodolfo Walsh, volvemos a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad.

En la década del setenta, las multinacionales y el capital financiero internacional lanzan una persistente ofensiva para imponer un dominio directo sobre la economía argentina con el fin de apropiarse de la riqueza nacional.
En 1975, tienen todo listo para su golpe final. Pero para ello necesitan descargar contra los trabajadores y el pueblo una represión tal que elimine todo factor de resistencia a su plan global de dominación.
En 1976, las fuerzas armadas -convertidas en ejército de ocupación al servicio del imperio neoliberal- dan comienzo al más siniestro plan de aniquilamiento de la resistencia obrera, popular y antiimperialista. En este contexto es secuestrado, torturado y asesinado nuestro compañero documentalista Raymundo Gleyzer. Este 27 de Mayo se cumplen 28 años de su secuestro a manos de un grupo de tareas de la dictadura genocida.
Tres años atrás, a iniciativa del Movimiento de Documentalistas se instituyó el 27 de Mayo, fecha de la desaparición de Raymundo, como el Día del Documentalista.
Hoy, con este pronunciamiento, el Movimiento de Documentalistas quiere rendir homenaje al compañero Gleyzer. Pero este homenaje sería sólo una declaración vacía, si no afirmáramos lo siguiente:
No hay homenaje ni gesto simbólico alguno que le haga justicia a él y los compañeros y compañeras torturados y desaparecidos que no sea continuar su lucha movilizándonos permanentemente junto a los explotados y los oprimidos.
El plan de dominio imperial que torturó y asesinó a Raymuno Gleyzer y a miles de luchadores obreros y populares sigue en absoluta vigencia, oculto por el doble discurso, la hipocresía y la mentira descarada.

Cada vez que un obrero resigna su dignidad de trabajador para no ser despedido, Raymundo vuelve a ser torturado.

Cada vez que un trabajador sube a un tren privatizado sin saber si llegará a destino, Raymundo vuelve a ser torturado.

Cada vez que un desocupado cobra un miserable subsidio en vez de tener un trabajo, Raymundo vuelve a ser torturado.

Cada vez que un trabajador camina decenas de cuadras para comprar una garrafa, Raymundo vuelve a ser torturado.

Cada vez que un albañil cae de un andamio, Raymundo vuelve a ser asesinado.

Por lo tanto, el Movimiento de Documentalistas en este 27 de Mayo redobla su compromiso de permanecer junto a los trabajadores/as y los sectores populares que resisten luchando como el único homenaje digno hacia nuestro compañero Raymundo Gleyzer.

De tal modo, como quería Rodolfo Walsh, volvemos a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad.

Miguel Mirra
En el Día del Documentalista, Movimiento de Documentalistas
27 de mayo de 2004

Ideas fundacionales...

...del Movimiento de Documentalistas.

Documento presentado por Miguel Mirra en el Primer Encuentro Nacional del Movimiento de Documentalistas.

Aunque el primer encuentro, en 1996, estuvo encabezado por la propuesta de analizar la relación entre documental y ficción, la primera idea fundacional y que movió la construcción del movimiento fue algo así como el intento de resolución de la opción contenida en la frase “el documentalista entre la mirada y la acción”. Ese fue el nombre de la primera publicación del Movimiento, una revista que acompañó el primer Festival nacional de cine y video documental que organizamos en 1997, en Avellaneda. Nuestra preocupación pasaba por sentirnos navegando entre la mirada, es decir el encuentro, y el movimiento, es decir la acción. En esa época nos llamábamos “Encuentro de Documentalistas”; con el paso del tiempo nos dimos cuenta que todavía nos estábamos encontrando, nos estábamos “semblanteando”. Ya llegaría el tiempo de movernos juntos, de pasar a la acción. La primera idea fundacional, aunque desarrollada con el tiempo, sería entonces el documental es acción.
Para la organización de ese primer Festival aceptamos el ofrecimiento del municipio de hacer los afiches. Dos días antes de la apertura, cuando los afiches llegaron, vimos con perplejidad que en toda la franja inferior aparecía, como si el Festival fuese parte de su gestión, el nombre del intendente. Luego de algunas idas y venidas, esa noche tomamos una decisión: tijera en mano los compañeros de difusión cortaron toda la franja inferior y se pegaron así los carteles. El Festival fue un éxito total y nadie se atrevió a reclamarnos nada. La noche de las tijeras despiertas forjamos la segunda idea fundacional del Movimiento, la de independencia política y, por añadidura, independencia del poder político y económico.
El nombre de “Movimiento de Documentalistas” recién lo adoptamos cuatro o cinco años después, luego que decidimos salirnos del corralito burocrático en que pretendía encerrarnos el área de cultura del municipio avellanedense en manos de la “alianza”. Saltamos el cerco y entonces nos pusimos en movimiento. En el escape hacia adelante dejamos en el camino a compañeros hasta allí muy valiosos, pero que no se animaron a correr el albur de un camino sin retorno y prefirieron mantenerse a la sombra del aparato institucional. En ese contexto confirmamos en la práctica algo que ya sabíamos: no se puede definir a nadie como una buena o mala gente independientemente de su relación con el poder.
Solamente unos pocos cruzamos el puente Pueyrredón y comenzamos a patear calles buscando dónde hacer base para volver a empezar. Hasta que con Diego Vilas y Fernando Alvarez comenzamos a reunirnos en un bar con billares que está al lado del hotel Bauen, hoy en manos de los trabajadores, muy cerca de Corriente y Callao.
Para esa época, volvimos a encontrarnos con un compañero mexicano, que nos había deslumbrado en el Festival de 1997 con una conferencia que sostuvo con verdadero conocimiento del tema y de los protagonistas: “La imagen documental en Chiapas”. Fernando nos aportó una cuota de pensamiento y política zapatista que nos llegó como una bocanada de aire fresco.
Empezábamos a definir un perfil. De ese encuentro y de los asiduos debates y discusiones surgió la siguiente idea fundacional, muy zapatista, por cierto: La humildad, la paciencia y la perseverancia en la organización y la voluntad, la inflexibilidad y la determinación en la confrontación.
Para comienzos del 2001 decidimos convocar el tercer festival nacional. Los funcionarios del instituto nacional de cine, a los que recurrimos pidiendo apoyo, ingenuos nosotros, nos hicieron ir como diez veces a recorrer pasillos y tocar puertas. Hasta que un día rescatamos del pantano burocrático la dignidad que nos merecíamos y decidimos, frente a sendos pocillos de café, no pisar nunca más el despacho de ningún burócrata. Y así lo hicimos. Esa fue la cuarta idea fundacional, más que una idea un sentimiento: no a los burócratas. No a los burócratas del cine, pero también no a los burócratas de la cultura; y no a los burócratas de la política, vinieran de donde viniesen.
Ya avanzado ese año 2001 nos topamos con otros burócratas. Mientras comenzábamos a organizarnos independientemente del gobierno y del estado al que caracterizábamos de “administración colonial”, un grupo de representantes de asociaciones y colectivos de documentalistas se reunían, dialogaban y acordaban con los funcionarios de De la Rua - sí, escucharon bien, con los funcionarios de De la Rua- en el instituto nacional de cine la realización de concursos para recibir... subsidios!. Nunca nos vamos a olvidar que en ese mismo momento infinidad de desocupados hambrientos recorrían las calles revolviendo tachos de basura mientras que otros, ya organizados, cortaban puentes y rutas.
Entonces planteamos, en una carta abierta, entre otros puntos, que nos negábamos terminantemente a participar de dichas reuniones por considerar que eran una traición al pueblo que se movilizaba contra el gobierno y que más que acordar con los funcionarios había que enjuiciarlos. Y quedamos aislados. No los voy a nombrar, pero sí les voy a decir que los burócratas de todos grupos conocidos participaron de ese “contubernio”. Al mismo tiempo, como siempre pasa con los burócratas de toda especie para justificarse ante sus “bases”, nos acusaron de sectarios, divisionistas y hasta de malas personas... A partir de ese episodio catalizó otra idea fundacional: nada de representantes, delegados, dirigentes, es decir burócratas del documental. Sólo nos relacionamos con iguales y entre iguales, y cada uno se representa a sí mismo. Nadie decide por nadie y cada uno piensa con su propia cabeza.
En septiembre de 2001, organizamos el III Festival Nacional de Cine y Video Documental. El salto fue cualitativo. Más de veinte compañeros participaron de la organización. El 19 de diciembre de 2001, en un local prestado por el Medh, donde funcionamos por un tiempo, se realizó la primera reunión multitudinaria. Ahí se concretó la convocatoria a todos los realizadores del país a participar de la construcción del Movimiento de Documentalistas. Esa misma noche nos movilizamos a la Plaza de
Mayo, y también al día siguiente.
Entonces se inició otra etapa. Inauguramos el sitio en Internet, Beatriz Cabot comenzó a organizar el área de fotografía documental y Soledad a editar el boletín Los Documentalistas. También llegó Jorge Falcone, con su rica cuota ideológica y poética. Y más adelante muchos otros compañeros y compañeras. El Movimiento de Documentalistas creció cuantitativa y cualitativamente. En la organización y en la acción. En la formación y en la difusión de la actividad documentalista. A nivel nacional e internacional. Entre los verdaderos documentalistas, entre los trabajadores de la cultura y en el seno de los nuevos movimientos sociales.
El 27 de Mayo de 2002, instauramos el Día del Documentalista en un acto multitudinario de homenaje a Raymundo Gleyzer, desaparecido en esa fecha de 1977 por la dictadura genocida. Y con ello, otra idea fundacional, el documental es acción, con memoria.
Sin embargo, habríamos de dar otras batallas. Desde comienzos de 2002 varios grupos de audiovisualistas de origen estudiantil lanzaron la consigna de producir contra información. Por supuesto nuestra respuesta no se hizo esperar. En ese tipo de propuesta, el protagonista social es ajeno a la generación, la elaboración, y la distribución del producto informativo, y es mantenido como un mero consumidor de lo que otros producen para él. Por ello, además de otras razones como el tipo de tratamiento temático y formal, hicimos público nuestro rechazo de plaño a adoptar la contra información como modelo de producción comunicacional.
Pero la propuesta de controlar los procesos comunicacionales de los trabajadores, de los sectores populares y de los nuevos movimientos sociales apareció una y otra vez disfrazada con diferentes nombres, formatos y soportes conservando su esencia usurpadora y manipuladora de la producción de información en nombre de los verdaderos protagonistas de los procesos de movilización social. Por ejemplo, los noticieros obreros, aún a pesar de sus estrepitosos fracasos, así como el novedoso engendro paternalista y foquista de la televisión “piquetera”.
Es que la contrainformación como práctica comunicacional en la actual etapa, ya sea por la vía noticieros obreros, por la de videos propagandísticos, o por la de la television “piquetera”, es una variante de la pequeño burguesía intelectual desesperada que da manotazos de ahogado para no perder el protagonismo que detentó en el terreno de la comunicación “progresista”. El mecanismo de estos grupos consiste “inventar o recrear” canales de comunicación que puedan controlar para ofrecerlos como la panacea en los barrios y en las empresas recuperadas y no quedar así subordinados a los procesos comunicacionales que desarrollan los nuevos movimientos sociales de manera independiente y autogestiva.
En estas batallas confirmamos algo que sabíamos: que nunca trataríamos de usurpar el protagonismo a los trabajadores ocupados y desocupados en el terreno de la comunicación y de la producción documental y que nuestro mejor rol debía ser el de entregarles las herramientas para que ellos mismos produjeran su imagen y sus propios mensajes sin depender de grupos o medios ajenos, incluidos nosotros mismos. Y de allí también la conclusión que se convirtió en principio básico del Movimiento fue: ninguna relación con los usurpadores del protagonismo social en la comunicación.
Pero hasta aquí hay sólo una parte. Falta la idea fundacional que da al Movimiento su perfil y su identidad más acabada. El Movimiento de Documentalistas se convirtió entre los años 2002 y 2003 en un Movimiento Internacional.
Comenzamos a conocer y compartir las experiencias de realizadores de otros países del mundo, tan oprimidos y explotados como el nuestro. Nos alejamos así definitivamente de los pequeños burócratas de entrecasa que sólo pueden desarrollar actividades mendigando subsidios al estado; un estado claramente convertido en administracion colonial. Nuestros compañeros de otros pueblos que luchan por su dignidad nos hicieron comprender que un estado que pacta con el imperio genocida se transforma en un estado cómplice y sus funcionarios políticos en partícipes necesarios. Más que pedirles subsidios, habría que enjuiciarlos.
En este contexto organizamos el primer Festival Internacional del Documental Tres Continentes Buenos Aires 2002. Y al año siguiente realizamos un acuerdo con la Asociación de Documentalistas de Sudáfrica para la realización del Segundo Festival Internacional Tres Continentes del Documental, en Johanesburgo y Cape Town. Allí se resolvió realizar la tercera edición en Asia, más precisamente en India. Se dispuso, además, que se realicen Festivales continentales que servirán de preámbulo y selección de los materiales que representarán a cada continente al III Festival Internacional. Asimismo, se resolvió convocar a realizadores de Oceanía y de las minorías de Europa y el norte de América para las cuales se abrirán secciones especiales.
Durante el Festival, se constituyó el Movimiento Internacional del Documental Tres Continentes, Asia, Africa y América Latina y se redactó una declaración inaugural que, entre otros puntos, se pronuncia por la plena vigencia de los derechos humanos en todo el mundo, contra toda forma de colonialismo, contra el monopolio de la biodiversidad, por el derecho de los pueblos a rebelarse contra la opresión y por la inmediata retirada de las fuerzas de ocupación extranjera de Irak y Palestina.
Confirmamos en la práctica la idea que le dá en definitiva al Movimiento su carácter más acabado: el Movimiento de Documentalistas es soberanamente solidario con los trabajadores explotados y los pueblos oprimidos del mundo que luchan por su liberación.

Es todo, que no es poco, creo.

Sin embargo, hay algunas ideas más que hoy vemos que estuvieron desde el principio: el trabajo colectivo y voluntario, la toma de decisiones por consenso, la solidaridad entre compañeros, la reciprocidad en las relaciones, la identificación con los oprimidos y los explotados. De cada uno según su posibilidad a cada uno según su necesidad.

Ni más, ni menos.

A los 10 años del Movimiento

Allá por 1996, cuando los politiqueros que luego se encaramarían en el gobierno “nacional” no dudaban en ser aliados fieles del menemismo en la aplicación del modelo neoliberal, incluida la privatización de nuestra empresa petrolera, los documentalistas estábamos arrumbados en el rincón más oscuro de la realidad mediática.

Por esa época, cuando los dirigentes corruptos del conurbano bonaerense todavía no habían pasado a revistar en la vereda del orden patagónico con Río Turbio incluido -vaya la trágica paradoja semántica- y todavía no accedían a la caja chica de las multinacionales petroleras manejada con mano de hierro desde la gobernación santacruceña, los documentalistas éramos considerados los trastos viejos de una época ya superada.

En esos años, en el sur petrolero el usurero de sus coprovincianos no había todavía cambiado la pelambre del invierno para acercarse al calorcito del poder bonaerense que lo catapultaría al sillón de Rivadavia al amparo del vil artesano del pacto de Olivos.

Vaya la farsa de una historia de entrega que se repite una y otra vez.

Por entonces, los documentalistas no éramos llamados a traicionarnos y no éramos llamados a ocupar puestos o recibir subsidios para hacerle de comparsa al gobierno que paga la deuda externa contraída sobre la desaparición y la tortura de una generación. Claro, los tiempos y las tácticas cambian. A veces el garrote, otras veces los alucinógenos y otras la seducción de voluntades enfermizas que llegan a orgasmos múltiples con sólo imaginarse dentro del poder.

Por esos tiempos en que el que se vayan todos no había estallado todavía en las gargantas y en las calles del país, pero cuajaba a paso firme en los más recónditas guaridas de la resistencia popular marcando a fuego la historia argentina del siglo por venir; por esos tiempos en que el vayamos por lo posible no había envenenado todavía la sangre de los que hoy medran desde los ministerios con el hambre y la intemperie de los descamisados; en esos tiempos surgía un movimiento:

El 13 de Julio de 1996 se hacía la primera reunión del Movimiento de Documentalistas.

¡Feliz cumpleaños en movimiento!

Lo festejaremos en grande durante el V Festival Internacional Tres Continentes del Documental junto a los que siguen luchando por un mundo donde quepan todos los mundos posibles

Anexo: Escritos documentales

Convocatoria a concurso

Hace dos años y unos meses, antes y durante el Foro Documentalista del año 2002, nos preguntábamos si lo documental no podría tener un horizonte de realización más amplio que el propuesto desde el campo audiovisual. El objetivo era comenzar a discutir la posibilidad de ampliarlo más allá de los soportes del cine o el video. De inmediato aparecieron voces dogmáticas y burocráticas a cuestionar la idea con la excusa de defender el valor y el alcance aparentemente hegemónico de los medios audiovisuales en el presente.

Sin negar la importancia del audiovisualismo (desde el que provenimos la mayoría de los actuales miembros del Movimiento de Documentalistas), no se nos puede escapar que muchos documentalistas se identifican más con quien publica una crónica periodística documental que con un director de video clips y que la inmensa mayoría de los documentalistas se sienten más cerca de un escritor testimonial que de un director de comerciales publicitarios. Es un dato de la realidad que el documentalismo se desprende cada vez más de sus ataduras con el mundo del espectáculo audiovisual, que es donde se ancla hoy la producción cinematográfica y televisiva, y tiende a buscar nuevos contextos y nuevos caminos para sus realizaciones.

Por un lado, el documentalismo viene ampliando sus fronteras desde hace varios años de la mano de la resistencia a la globalización y al colonialismo y acompañando la movilización popular contra la desocupación y la miseria. El propio Movimiento de Documentalistas es producto de ese proceso objetivo.

Por otro lado, hay una importante producción de documentales escritos en forma de crónicas testimoniales a los que les es imposible obtener difusión o cuyos autores no la intentan porque no perciben a priori canales de salida para sus materiales. Algunos pocos acceden a publicaciones en folletos, cuadernillos o periódicos barriales o zonales. Esos escritores documentales, silvestres o formados, con tradición literaria o sin ella, existen y crecen y deben ser considerados a nuestro entender legítimamente como documentalistas.

En este marco, nos planteamos si el Movimiento de Documentalistas puede ser la instancia dentro de la cual puedan convivir técnicas, soportes y lenguajes documentales diferentes.

Sabemos, además, que hay combinaciones documentales de textos escritos y fotografías: algunas expuestas como series documentales donde los textos se subordinan al contenido fotográfico y hay otras experiencias de textos de descripción documental son acompañados de fotografías también documentales. Hay también ejemplos de combinaciones de textos y fotografías proyectadas sobre una pantalla (llamados antiguamente audiovisuales) donde tanto los textos como las fotografías provienen de registros documentales. También existen documentales sonoros para ser emitidos por radio (como los informes documentales) o para ser reproducidos en CDs o computadoras (como los documentales para ciegos).

En este caso, nos referimos específicamente a los textos documentales escritos, sea en forma de epístolas, diarios de viaje, memorias, cuadernos de bitácora, historias de vida, relatos de acontecimientos, crónicas de hechos o hasta descripciones de la vida cotidiana. No está de más recordar que los más antiguos documentalistas se han expresado exclusivamente con palabras escritas: Ulrico Schmidl o Waman Poma, por ejemplo, o George Musters, o Lewis Jones. Y más modernamente, con la fotografía y el cine en plena vigencia, un John Reed o un Rodolfo Walsh.

Algunos autores que tienen trabajos de reflexión en marcha sobre el tema propuesto ya empiezan a proponer cuestiones:

Adolfo Colombres piensa que en esta literatura documental y testimonial, como él la llama, podrían incluirse, por ejemplo:
- Historias de vida.
- Relatos de un hecho o conjunto de hechos que se desarrollen en un período más o menos breve, aunque sus colofones pueden avanzar en el tiempo y situarse en el momento actual.
- Descripciones de un mundo o medio determinado (política, luchas sociales, formas de solidaridad, fábricas y otros sistemas productivos urbanos o campesinos, minorías étnicas, hospitales, cárceles, centros culturales, etc.).
- Procesos de transformación de una realidad determinada a lo largo del tiempo.

Por su parte, Fernando Buen Abad, en su Filosofía del Documental en Letras, dice que:
Como opción para lo documental la escritura posee cualidades de orden múltiple que conviene apreciar de mejor manera. Se trata de una actitud y oportunidad ante la escritura, se trata de una posición no exclusivista que, de manera única o combinada, puede hacer apariciones frecuentes o esporádicas en los textos. Esto probaría, entre otras cosas que lo documental no es propiedad privada de lo audiovisual. ... Uno puede y (acaso debe) intervenir en su tiempo como pueda con lo que tenga para anunciar su grado de desacuerdo (y hartazgo) ante la miseria y la esclavitud humana. Uno puede y (acaso debe) intervenir en su tiempo como pueda con lo que tenga para anunciar su estado de beligerancia y energía para la solidaridad, las emociones, el amor y la transformación del mundo. Con cinta magnética o rollo fotográfico, celuloide, cámara, papel o lápiz. Uno puede y, por qué no, debe, intervenir los géneros, los modos, las formas... para hacerlos o rehacerlos al antojo dinámico de cierta creatividad dialéctica que toma lo que hay para impulsar su desarrollo. El documental en letras ofrece una oportunidad excelente.

¿Por qué nos interesa fomentar este desarrollo del documental? Porque tenemos mucho por aprender de ese incipiente documentalismo de base, desinteresado y comprometido con su lugar y su tiempo. Porque queremos ampliar la base de sustentación del documentalismo recurriendo a todos los documentalistas. Porque creemos que el documentalismo no es un género exclusivo del cine o el video, sino una forma de vivir y de luchar. Y porque el documentalismo es la forma de expresión de los profundos cambios en marcha tanto en la sociedad como en la cultura.

Por estas razones, como una forma de apoyar ese movimiento hoy subterráneo y en virtud del enorme éxito del Primer Concurso de Escritos Documentales Rodolfo Walsh, es que lanzamos este segundo gran concurso internacional de escritos documentales en idioma castellano.

Miguel Mirra

Anexo: Asamblea Ambiental en Buenos Aires

Ante la convocatoria de la Asamblea Metropolitana Ambiental, el Area socio-ambiental del Movimiento de Documentalistas saluda la iniciativa, estará presente y envía para conocimiento de los participantes los siguientes enunciados :

En primer lugar, la cuestión ambiental no puede encararse sino en su estrecha e indisoluble relación con los actores sociales involucrados. En este sentido, para nosotros no se puede hablar de una cuestión puramente ambiental desgajada de quienes provocan y padecen las consecuencias de las agresiones al medio natural. Los grupos y sectores sociales, y en muchos casos la sociedad toda, son las víctimas principales de los crimenes ambientales. Por esta razón, creemos que no puede haber una cuestión ambiental, sino socio-ambiental.

En segundo lugar, la cuestión socio-ambiental está -en la inmensa mayoría de los casos- íntimamente ligada a la explotación de los recursos naturales y energéticos. Ambos aspectos son interdependientes y tienen un común denominador: las multinacionales que se llevan la fertilidad de los suelos con el monocultivo de soja o de eucaliptus para la celulosa, los bosques de Misiones y las Yungas, el agua del acuífero guaraní y los esteros del Iberá, los minerales de Esquel y Catamarca, el petróleo, la riqueza ictícola...

El capital multinacional –como todo capital– tiene un solo interés: la ganancia. Además de apropiarse de nuestros recursos naturales y energéticos, producen contaminación y desastres ambientales.

Estas consecuencias son variables positivas de su tasa de beneficio porque destinan menos capital fijo en relación con el que sería necesario para instalar procesos no contaminantes. Además, su cálculo de la tasa de beneficio no contempla en absoluto las pérdidas económicas locales por la destrucción del medio ambiente y las enfermedades y padecimientos de los grupos sociales involucrados porque son realizadas en lo que para ellos son territorios de ultramar, como era el caso de cualquier colonia del siglo diecinueve.

En el mismo sentido, y en función de las ganancias que esperan de su inversión, a las multinacionales tampoco les interesa respetar las condiciones de trabajo y la salud presente y futura de sus trabajadores, así como el medio social en que estos trabajadores seguirán viviendo cuando agoten los recursos naturales o energéticos y se vayan a "invertir" en otra parte.

Y el estado nacional ¿qué?

Estas multinacionales pueden acceder a la explotación y agotamiento de los recursos naturales y energéticos y provocar daños socio-ambientales comparables a un genocidio por dos vías fundamentales: por la entrega de las empresas estatales nacionales y los contratos de explotación a la medida de las privatizadas, como en Argentina, o por la concesión de espacios territoriales convertidos en verdaderos enclaves coloniales con el nombre de zonas francas como el caso de Fray Bentos en el Uruguay.

A partir de esta constatación, habría dos maneras de interpretar el rol del estado nacional en esta situación:

1. Como un estado debilitado y ausente, producto de las políticas neoliberales desde el `75 a la fecha, y que por esa rqzón entonces no puede hacer frente al embate de los intereses de las multinacionales.

2. Como un estado que genera políticas de sometimiento a estos intereses ocultando a la población acuerdos y convenios realizados a sus espaldas.

Sin embargo, una combinación de ambas interpretaciones no sería descabellada: un estado debilitado y dependiente cuya burocracia política para sobrevivir encaramada al poder pacta con las multinacionales poniéndose a su servicio, mientras oculta su verdadero rostro con gestos caricaturescos y sobreactuados. Sólo basta echarle una ojeada al escenario montado en el corsódromo de Gualeguaychú el 5 de Mayo de 2006 por los muertos vivos de la dirigencia política "nacional".

En cualquier caso, la única posibilidad de supervivencia de la sociedad frente a las agresiones sociales y ambientales de las multinacionale es -a ojos vista- ignorar al estado como representante de sus intereses y autoconvocarse, autoorganizarse democráticamente y movilizarse independientemente de cualquier expectativa por fuera de su propia movilización. El caso de Esquel y luego de Gualeguaychú así lo demuestran. Queda por verse si estas experiencias autoconvocadas y autoorganizadas pueden darse una política de alcance nacional que trascienda los límites de su especifico problema socio ambiental y los límites de su propio conflicto local o regional.

En definitiva, de acuerdo con las experiencias en curso, la única alternativa visible a la neocolonizacion del capital multinacional por encima o en convivencia con el estado nacional ausente o cómplice, expoliando nuestros recursos y destruyendo nuestro ambiente, sólo puede pasar por las manos de una sociedad construyendo nuevas herramientas de autogobierno, autónomo y democrático.

Con estas herramientas no sólo podremos resistir y derrotar, como en Esquel, a las multinacionales y sus socios políticos, sino que tal vez podamos aspirar constituir nuevas relaciones sociales, solidarias, igualitarias y movilizadoras. Herramientas y relaciones que si se consolidan serán sin duda capaces de generar una nueva vida en un nuevo país.

Miguel Mirra y Claudio Zucchino
Area socio-ambiental del Movimiento de Documentalistas
Buenos Aires, 29 de Mayo de 2006












































































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